A lo largo de nuestra experiencia laboral y de nuestra formación académica, todos nosotros pasamos por multitud de instituciones y conocemos a un gran número de personas. Muchas de ellas nos ayudarán a crecer personal y profesionalmente, aportándonos algo positivo; pero, del mismo modo, en muchas otras observaremos conductas y actitudes que nos harán reflexionar sobre la forma en que jamás querríamos llegar a actuar.
Por ello, y continuando con las “historias de mi experiencia” en las que comparto algunas anécdotas que pueden llevar a la reflexión, en esta ocasión me gustaría publicar algo relacionado con lo importante que puede llegar a ser el hecho de realizar un onboarding apropiado para los nuevos trabajadores:
“Mi experiencia laboral en aquel momento se limitaba al ámbito educativo (como maestro) y al ámbito comercial (como sales assistant); pero nunca había realizado tareas relacionadas con la administración empresarial. Por eso, cuando se me presentó la oportunidad de acceder al puesto de auxiliar administrativo en Redimsa, tuve que aceptar el reto de comenzar de cero.
Desde antes de incorporarme, yo ya era consciente de que la posición que se estaba cubriendo conmigo era fundamental en la compañía, pues me tendría que encargar de llevar a cabo uno de los procesos más importantes para la institución y aprender el funcionamiento de un software informático bastante peculiar.
En principio, puede parecer que este tipo de contrataciones pueden ser habituales en multitud de empresas; pero, en este caso, se daba la circunstancia de que solamente la persona que abandonaba la compañía era la única con los conocimientos necesarios para llevar a cabo las funciones a desempeñar en esa posición concreta, por lo que el resto de miembros de la entidad no tendrían la posibilidad de ayudarme con determinadas tareas o dudas en el futuro.
Ante esta situación, la organización actuó de forma muy coherente y realizó el mejor programa de onboarding del que he tenido conocimiento hasta la fecha; adelantando dos meses mi incorporación para que la persona a la que sustituiría en el cargo pudiese transmitirme prácticamente toda la información y ese conocimiento fundamental para desempeñar mi trabajo con total garantía de éxito.
En esas ocho semanas, la empresa se mostró paciente y confiada en que el onboarding que había preparado para mi ingreso era la opción correcta y se aseguró de que el proceso de enseñanza-aprendizaje combinase la teoría con la práctica; ofreciéndome la posibilidad de comenzar a trabajar de forma autónoma con la total seguridad de que, durante ese tiempo, tendría a mi lado a una persona dedicada en exclusiva a mi supervisión, a mi enseñanza y a la corrección de los posibles errores que se pudieran cometer.

Como es lógico, esa adaptación progresiva y sin presión al puesto de trabajo fue fundamental para ganar confianza y enfrentarme a mi primer día en solitario con todas las garantías de éxito; de manera que, aunque el día a día traería consigo la aparición de ciertas situaciones complejas, la base de conocimientos que había adquirido durante mi onboarding me permitió afrontar los problemas que surgían con herramientas suficientes como para encontrar soluciones eficaces
Por otra parte, el hecho de haber tenido tiempo para adaptarme a la cultura empresarial y para conocer a mis compañeros facilitó mi integración y me permitió alcanzar un rendimiento aceptable desde el primer día.
De este modo, y aunque en aquel momento la empresa no contaba con ninguna persona con conocimientos específicos en el sector de los Recursos Humanos, en Redimsa se utilizó el sentido común para elaborar un programa de adaptación del nuevo empleado que podría ser la envidia de muchas multinacionales.
Además, es importante mencionar que el verdadero valor del onboarding no se limitó a la simple transmisión de conocimientos o a la adaptación a la empresa; sino que, gracias a esa base sólida que se me permitió adquirir, posteriormente fui capaz de utilizar esos conocimientos bien adquiridos para perfeccionar algunos procesos y para mejorar la eficiencia de ciertas tareas vinculadas a mi puesto de trabajo”.
Como se puede observar, este proceso de onboarding no solamente fue imprescindible en cuanto a esa formación esencial para desarrollar mis actividades laborales en Redimsa, sino que también me permitió adquirir la cultura empresarial y conocer al resto de compañeros de trabajo de una forma progresiva y sin la presión de alcanzar objetivos de manera inminente.
Por ello, creo que esta experiencia personal debe servir para que directivos y personal de Recursos Humanos sean conscientes de que la importancia de un onboarding adecuado va más allá de la adaptación del empleado a la empresa; pues, como se ha podido comprobar, puede convertirse en una herramienta eficaz para que los nuevos empleados desarrollen esas habilidades y capacidades que permitan una adecuada evolución futura.
Javier Alarcos Olivares (@jalarcoso)