A lo largo de mi carrera profesional he desarrollado actividades muy relacionadas con las personas. Por ello, en multitud de ocasiones he podido descubrir que todas y cada una de ellas tienen algún tipo de talento que las hace especiales.
Pero, además de ser únicas, las personas son imprescindibles para el funcionamiento de cualquier sociedad; pues si nos paramos a pensar con cierta humildad, y no caemos en el error de entender esta visión antropocentrista de una forma altanera, podremos llegar a valorar el poder que tiene el ser humano.
Aunque todas estas afirmaciones pueden parecer lógicas, desde hace un tiempo tengo la sensación de que estamos viviendo un proceso de deshumanización colectiva que nos está llevando a no valorar, de forma merecida, a todas esas personas que tenemos alrededor; pues, quizás, la propia obviedad hace que olvidemos que las personas no somos simples «recursos» humanos que se utilizan para satisfacer necesidades sociales o empresariales.
Debemos tener siempre presente que son las personas quienes toman todo tipo de decisiones políticas que pueden cambiar el rumbo de los países y del propio planeta. Son quienes crean y lideran esas empresas e instituciones en las que, casualmente, trabajan otras personas que diseñan productos y servicios que, una vez más, serán consumidos por esas personas que, a través de sus decisiones personales, pueden convertir en éxito o fracaso cualquier decisión empresarial profundamente meditada. El ser humano es capaz de transmitir información y conocimiento, de llevar a cabo investigaciones que permiten encontrar la cura para multitud de enfermedades y también de crear auténticas obras de arte cuya realización, en ocasiones, se escapa a cualquier explicación lógica.
Las personas son, en definitiva, una de las obras más importantes y perfectas de la naturaleza.
Por ello, soy un firme defensor de la idea de que las organizaciones actuales deben ser capaces de comprender las preocupaciones, deseos, motivaciones y características de las personas para conseguir comprenderse a sí mismas; pues, de algún modo, esas entidades no son más que un conjunto de personas agrupadas con la finalidad de alcanzar un fin determinado.
Gracias por reflexionar conmigo y bienvenidos a este blog en el que vuestras opiniones serán siempre bienvenidas.
Javier Alarcos Olivares (@jalarcoso)
6 comentarios en “¿Somos las personas «recursos» humanos?”