Aunque el concepto de equipo siempre ha estado asociado con la práctica deportiva, en los últimos años se le ha dado una gran importancia en ámbitos tan diversos como pueden ser el empresarial, el educativo o el político; convirtiéndose en un elemento fundamental para cualquier institución que esté formada por varios miembros que buscan un objetivo común.
Sin embargo, y aunque un colectivo persiga los mismos objetivos, en ocasiones resulta complicado alinear los intereses de cada uno de los integrantes de un grupo humano y los intereses globales; pudiendo llegar a aparecer, en este punto, conflictos muy perjudiciales para el buen desarrollo de la actividad común.
Por ello, en el ámbito de las organizaciones es muy importante que el departamento de Recursos Humanos sea capaz de conseguir la cohesión grupal y la identificación de todos los miembros con su equipo de trabajo; pues, de este modo, los componentes del equipo serán capaces de realizar grandes esfuerzos individuales con la finalidad de ayudar al resto de compañeros a lograr las metas propuestas.

En este sentido, un gran ejemplo de esa mentalidad de equipo fue el que demostró la remera española Sandra Piñeiro cuando, en una regata disputada en el año 2019, observó como el tolete que servía de sujeción para su remo se había roto; por lo que, lógicamente, no podía seguir remando junto al resto del equipo.
Sin embargo, en lugar de convertirse en una carga o en un estorbo para el resto de compañeras, la joven deportista decidió continuar realizando el movimiento de la remada; algo que resultaba fundamental para no desequilibrar la embarcación y para que el resto de remeras pudieran mantener ese movimiento acompasado que sirvió para que el equipo consiguiera la victoria.
Este hecho, que puede parecer insignificante para quienes desconozcan el mencionado deporte, supuso un enorme sacrificio y un gran desgaste físico para Sandra; pues, según algunos expertos, la ausencia del tolete y del remo suponía la realización de un esfuerzo mucho mayor para mantener el ritmo y para colaborar, del único modo en que podía hacerlo, con el resto del grupo.

Así, resulta curioso observar cómo, en muchos momentos, ese trabajo silencioso y oscuro desarrollado por un único miembro del equipo puede marcar la diferencia entre alcanzar la victoria o fracasar estrepitosamente; siendo además, en la mayoría de los casos, un trabajo que no es lo suficientemente valorado ante esa aparente “falta de brillo” de la actividad realizada.
Esta actitud de Sandra, que es producto de una gran sentimiento de identidad con el endogrupo, es la que se debe conseguir en cualquier grupo de trabajo; de manera que los profesionales de Recursos Humanos no solamente deben ser capaces de potenciar el sentimiento de pertenencia de los trabajadores de su empresa y de crear entornos de trabajo adecuados, sino que también deben insistir a los principales líderes de las compañías respecto a la necesidad de que transmitan a cada miembro del equipo la importancia que tienen, todos ellos y en todo momento, para la consecución de las metas comunes.
Javier Alarcos Olivares (@jalarcoso)