¿Cómo evitar que tu organización sufra ese «Efecto Hípster» que la aleje de la originalidad?

Desde hace décadas, las empresas han tratado de alcanzar el éxito a través de la originalidad de sus productos y servicios; preocupándose por desarrollar propuestas innovadoras que les permitiesen diferenciarse del resto de competidores e incluso contratando a personas con perfiles muy diferentes para conseguir esa diversidad que favoreciese la aparición de un pensamiento divergente.

Sin embargo, el hecho de alejarse de las corrientes principales o de las formas de actuar establecidas no siempre garantiza que una organización sea más original, creativa e innovadora que el resto de sus competidores; pudiendo incluso llegar a suceder todo lo contrario y convertirse en víctimas del conocido como “Efecto Hípster”.

Resulta curioso observar cómo la cultura Hípster, que surge del deseo inconformista de alejarse de lo socialmente establecido y diferenciarse de la multitud, se ha convertido en un fenómeno de masas que provoca que quienes se adhieren a dicha tendencia terminen por llevar a cabo actitudes y comportamientos muy similares; llegando incluso a copiar su apariencia física y dando lugar a una nueva cultura dominante o moda totalmente alejada de la originalidad y la creatividad de sus inicios.

Del mismo modo que ocurre con las personas, las organizaciones pueden llevar a cabo políticas o acciones parecidas a las desarrolladas por esas “innovadoras primitivas”; copiando sus propuestas hasta despojarlas de cualquier indicio de creatividad u originalidad y convirtiéndose, precisamente, en esa nueva tendencia de la que pretendían alejarse.

Ante esta situación, el autoconocimiento se convierte en un elemento fundamental; ya que favorecerá la verdadera innovación a través de la propia idiosincrasia organizacional y ofrecerá una mayor seguridad en unos procesos de innovación que realmente estarán alineados con los objetivos y la cultura de la compañía.

Por otra parte, se podría decir que algunos de los múltiples secretos de la verdadera innovación radican en las capacidades de flexibilidad, rapidez y adaptación al cambio; pues, como es lógico, los competidores tratarán de copiar aquellas ideas novedosas con las que se estén obteniendo buenos resultados y deberá ser, en ese momento, cuando se comience a innovar en una dirección totalmente diferente.

De este modo, las organizaciones capaces de detectar con rapidez el final de las tendencias y de adaptarse con rapidez para comenzar a crear nuevas ideas serán las que consigan obtener una ventaja competitiva que les permita estar siempre a la vanguardia en el mercado.

Javier Alarcos Olivares (@jalarcoso)

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