A lo largo de nuestra experiencia laboral y de nuestra formación académica, todos nosotros pasamos por multitud de instituciones y conocemos a un gran número de personas. Muchas de ellas nos ayudarán a crecer personal y profesionalmente, aportándonos algo positivo; pero, del mismo modo, en muchas otras observaremos conductas y actitudes que nos harán reflexionar sobre la forma en que jamás querríamos llegar a actuar.
Por ello, y continuando con las “historias de mi experiencia” en las que comparto algunas anécdotas que pueden llevar a la reflexión, en esta ocasión me gustaría publicar la importancia de que los directivos actúen de forma apropiada con las personas:
“Después de aprobar las oposiciones al cuerpo de maestros de Educación Primaria, y tras una breve experiencia en el ámbito educativo, decidí centrarme en mi actividad laboral y en mi formación académica; de manera que, durante el curso 2019-2020, aparqué la docencia para compaginar mi trabajo en el sector privado con los estudios de Psicología y la realización de un Máster en Dirección de Recursos Humanos.
Desde ese momento apareció en mi interior una gran ilusión ante la posibilidad de reorientar mi carrera profesional y ampliar horizontes; pero la aparición de la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2, y la dificultad de muchas empresas para ofrecer oportunidades que me permitiesen un mayor desarrollo, complicaron mi situación y tuve que tomar la decisión de solicitar mi reincorporación como maestro.
Lo cierto es que, durante mi experiencia anterior en el sector público, ya había podido comprobar la existencia de multitud de errores en la gestión del personal y llegué a sentir que los maestros interinos no éramos realmente valorados a pesar del esfuerzo realizado para aprobar las oposiciones; por lo que, cuando durante el curso 2020-2021 decidí reincorporarme a la actividad docente, la incertidumbre respecto al destino que me sería asignado, la falta de estabilidad o la duración de mi contrato fueron algunos de los aspectos que más me preocuparon.
Sin embargo, gracias a mi buena posición en las listas de interinos, en esta nueva etapa tenía la oportunidad de elegir destino y decidí recopilar toda la información posible antes de tomar una decisión respecto a las diferentes posibilidades que se ofrecían.
Finalmente, y tras valorar las distintas opciones, decidí optar por el C.E.I.P. Miguel Hernández de la localidad madrileña de San Fernando de Henares; pues la conversación con Elena, su directora, me había transmitido cierta tranquilidad y buenas sensaciones.
A pesar de que debía comenzar en lunes, el viernes anterior tomé la decisión de acudir al colegio para recibir cierta información básica y reunirme con su directora; pues, de ese modo, a lo largo del fin de semana podría preparar con mucha más calma mi incorporación al centro y comenzar de la mejor forma posible.
Sin embargo, y tras la reunión mantenida el día anterior, el sábado por la tarde recibí una llamada de teléfono de Elena para comunicarme que la maestra titular se reincorporaría y que, por tanto, no llegaría a comenzar a trabajar en su centro educativo.
Aquella noticia me hizo recordar esa nefasta gestión de los Recursos Humanos que tanto me había desilusionado en mi primera etapa como maestro; pero lo cierto es que también supuso un rayo de esperanza, pues Elena había demostrado ser una de esas personas que cuidan a los empleados incluso desde antes de que formen parte de su equipo de trabajo.
Por ello, y del mismo modo en que normalmente criticamos las injusticias que se cometen, creo que también es importante resaltar actos como el de Elena; pues no solamente se disculpó por algo que escapaba totalmente de su control, sino que también mostró una gran humanidad y decidió aprovechar algunos minutos de su jornada de descanso para comunicarme la noticia.
Esta directora fue consciente de que, perdiendo cinco minutos de su fin de semana, podría evitar que yo perdiese varias horas de mi tiempo preparando mi incorporación y acudiendo al centro educativo; demostrando ser una de esas directivas que realmente valoran a las personas y que son capaces de gestionar, como es debido, esos “recursos” humanos que tiene a su disposición.
Tras este suceso quiero aprovechar para agradecer a Elena su generosidad y para desearle la mejor de las suertes en su labor como directora del centro”.
Bajo mi punto de vista, es importante que los líderes de las diferentes instituciones y los profesionales del sector de Recursos Humanos seamos capaces de tratar a las personas de forma apropiada desde antes de que se incorporen a nuestras instituciones y hasta después de que las abandonen; pues actos como los de Elena son los que marcan la diferencia en la gestión del talento humano.
Además, y considerando que en los centros educativos se trabaja en la formación de las personas, resulta mucho más gratificante el hecho de poder compartir esta experiencia; pues es muy probable que los valores y la forma de actuar de la directora sean transmitidos a lo largo de toda la jerarquía institucional hasta llegar a los propios alumnos.
Javier Alarcos Olivares (@jalarcoso)