Tras el éxito cosechado por el Club Atlético de Madrid en la temporada 1995/1996, la entidad fue poco a poco perdiendo su privilegiada posición en el fútbol español; llegando incluso a perder su puesto en la Primera División y tardando dos temporadas en conseguir ese ascenso tras el que se vivió una especie de travesía por el desierto.
Las temporadas finalizaban en posiciones muy discretas y la institución luchaba, sin éxito, por recuperar el prestigio perdido; obteniendo pequeñas alegrías aisladas que en ningún momento parecían ser síntoma de una adecuada evolución.
Eran momentos difíciles para el club y el Paseo de los Melancólicos, que ya parecía tener el nombre perfecto para definir el triste discurrir de miles de seguidores rojiblancos, rescató y adoptó como propio el nombre de “la senda de los elefantes”; pues comenzaba a ser habitual el hecho de ver cómo, de forma similar a ciertos paquidermos, los aficionados caminaban con la cabeza gacha y negando a la salida del Estadio Vicente Calderón.

En la temporada 2011/2012, y tras haber vuelto a saborear fugazmente las mieles del éxito, el equipo afrontaba la Navidad sumido en una nueva crisis que llevó a la Dirección del club a destituir al entrenador y a hacer oficial la llegada del hombre que se convertiría en un perfecto ejemplo de la adecuada gestión de Recursos Humanos: Diego Pablo Simeone González.
“El Cholo”, como si fuese un experto en el mencionado sector, comenzó sentando las bases para la recuperación de esa cultura institucional que se había perdido con el tiempo. Para ello, no solamente decidió utilizar el estilo de juego característico en la historia de la institución, sino que restauró algunas de las señas de identidad del club.
Poco a poco, comenzó a utilizar una serie de frases que marcaban la dirección a seguir y definían la renovada cultura; consiguiendo que aficionados, jugadores, directiva y cualquier empleado del club se sintiese totalmente identificado con frases como “el esfuerzo no se negocia”, “si se cree y se trabaja, se puede”, “nunca dejes de creer” o “juega cada partido como si fuera el último”.

Sin embargo, puede que la famosa expresión de “partido a partido” fuese la que más se interiorizase en el seno de la entidad; llegando incluso a ser adoptada por la propia sociedad española para hacer referencia a la necesidad de enfocar todos los esfuerzos en cada una de las actividades a realizar y no descentrarse ante la ilusión de alcanzar éxitos mayores que solamente se obtienen si se trabaja diariamente y con constancia.
De forma sutil, y sin que supusiera un cambio dramático para la institución, Simeone había conseguido establecer esos objetivos, esa misión y esos valores imprescindibles para que cualquier organización sea capaz de identificar el camino a seguir e iluminar sus decisiones a través de un perfecto ajuste vertical (coherencia entre las estrategias generales de la entidad y las necesidades deportivas) y horizontal (sinergia entre las diferentes decisiones adoptadas en el plano deportivo).
Una vez se fueron estableciendo las bases culturales, el entrenador argentino pudo aprovechar los buenos resultados que se estaban obteniendo para erigirse en un auténtico líder dentro del Club Atlético de Madrid.
Un claro ejemplo de este liderazgo se podía ver reflejado en la manera en que, en multitud de ocasiones, un simple gesto era suficiente para que miles de personas se pusieran a su servicio, desde las gradas, en la búsqueda del objetivo común; convirtiendo esa energía positiva en un estímulo imprescindible para sus futbolistas y en un entorno ciertamente hostil para unos rivales que sentían cómo los engranajes de una institución tan importante trabajaban, de forma conjunta, al ritmo marcado por Diego Pablo Simeone.
Otro de los aspectos que llaman la atención respecto al liderazgo del “Cholo” está relacionado con el hecho de que jamás haya realizado declaraciones públicas respecto al posible interés de la institución por determinados jugadores; haciendo ver a sus propios futbolistas la total confianza y el respeto que muestra por todos y cada uno de ellos.
Además, su fuerte personalidad le ha llevado a proteger siempre a los miembros del grupo; asumiendo la responsabilidad de todos los fracasos, liberando de culpa a los miembros de su equipo para alejarles de toda presión externa y dándoles el protagonismo cuando se conseguían los triunfos.

En cuanto a esa comparación entre el trabajo de Simeone y el sector de Recursos Humanos, también se debe señalar la increíble gestión del talento interno; fundamentalmente en esos primeros momentos en los que las necesidades económicas de la entidad no permitían realizar grandes fichajes.
En este sentido, no solamente existen multitud de jugadores que han alcanzado su máximo nivel con el preparador bonaerense (Raúl García, Gabi, Miranda, Tiago, Juanfran…); sino que muchos otros han visto cómo su rendimiento disminuía considerablemente al abandonar la entidad rojiblanca (Filipe Luis, Arda Turan, Falcao…).
Y es que, además, el argentino destaca por ser un gran identificador de habilidades y competencias; habiéndolo demostrado con multitud de futbolistas que han visto cómo el ingenioso técnico cambiaba la posición que ocupaban en el campo para explotar al máximo sus virtudes y hacer de ellos mejores profesionales (Griezmann, Marcos Llorente, Lucas Hernández…).
De este modo, y como si de un verdadero especialista en el área de Recursos Humanos se tratara, Simeone ha sido capaz de llevar a cabo auténticos planes de carrera con los jugadores jóvenes, pero de gran potencial, que ha tenido a su cargo; tratando de liberarles de responsabilidad y midiendo al detalle su adaptación a las necesidades del equipo.
Así, a lo largo de todos estos años, ha sido muy frecuente ver la tranquilidad que ha mostrado con respecto a ciertos futbolistas que, posteriormente, han mostrado un gran rendimiento bajo las órdenes del exigente entrenador; siendo habitual que, en la primera temporada junto a él, muchos de estos diamantes sin pulir no disputasen todos los minutos que hubieran deseado (Oblak, Joao Félix, Giménez…).
Sin embargo, esa complicada adaptación a la metodología de Simeone no ha sido algo exclusivo de los más jóvenes; pues incluso deportistas muy experimentados han debido pasar por esa especie de proceso de onboarding en el que debían asimilar los conceptos clave del “cholismo” (Fernando Torres, Vitolo, Héctor Herrera…).
También resulta muy interesante la importancia que ha dado, desde su etapa como futbolista, a esa cohesión endogrupal que es fundamental para generar un ambiente laboral adecuado y para que se antepongan los intereses colectivos a los individuales; lo que se pone claramente de manifiesto en los entrenamientos y en esa “piña” que forman los futbolistas antes de comenzar cada partido.

Además, esta realidad se puede observar también a través del respeto que le muestran y de la alegría que desprenden aquellos jugadores que menos participación tienen en los partidos (Perea, Moyá, Saponjic…); pues el técnico es consciente de la importancia que tiene la fuerza del grupo y trata de mostrarse justo y transparente con cada uno de ellos, defendiendo siempre que lo importante es la calidad de los minutos y dando oportunidades a la mayor parte de los jugadores a los que ha dirigido y se han mostrado implicados en el trabajo.
Por otra parte, resulta sorprendente ver cómo, tras casi una década en el banquillo de una entidad tan exigente, Simeone ha sido capaz de cumplir objetivos temporada tras temporada; lo que, sin lugar a dudas, también ha conseguido gracias a ese gran trabajo motivacional con el que ha logrado la implicación de todos sus futbolistas.

A su vez, este trabajo psicológico se ve apoyado por la confianza que ha mostrado siempre en el equipo y por su inquebrantable fe en la plantilla; consiguiendo que el famoso Efecto Pigmalión se convierta en otro de los factores clave del éxito y que prácticamente todos sus jugadores vean a su entrenador como un auténtico referente, compañero y amigo (Koke, Saúl, Godín, Correa…).
Finalmente, cabe destacar que estos logros tampoco habrían sido posibles si el entrenador de Buenos Aires no fuese un gran comunicador capaz de transmitir sus ideas y de conseguir que los miembros de los equipos que ha dirigido, temporada tras temporada, asumieran como propio el camino marcado.
Por tanto, y más allá de debates puramente futbolísticos, Diego Pablo Simeone ha demostrado que su gestión del talento humano ha sido excepcional durante casi una década; alcanzando los objetivos impuestos por el club y consiguiendo que la mayor parte de sus jugadores adquiriesen ese sentimiento de pertenencia que nadie mejor que él puede transmitir.
No obstante, es importante señalar que el éxito de Simeone al frente del Club Atlético de Madrid no se puede atribuir únicamente a esta gran gestión de los Recursos Humanos que se ha evidenciado; sino que influyen multitud de factores y un impresionante trabajo en el ámbito futbolístico del que es realmente especialista.
Y tú… ¿Conoces ejemplos de otros sectores en los que el éxito también haya estado influenciado por una adecuada gestión de los Recursos Humanos?
Javier Alarcos Olivares (@jalarcoso)