Es posible que, a lo largo de nuestra formación académica o de nuestra carrera profesional, nos hayamos encontrado con todo tipo de líderes cuyos estilos eran muy diferentes; experimentando cómo algunos de ellos eran capaces de motivarnos de forma natural, mientras que otros nos generaban un falso respeto provocado por el miedo.
El liderazgo puede ser considerado como el proceso de influir en otras personas de manera que se les anime a contribuir, voluntariamente, a la consecución de objetivos comunes para un determinado grupo; pero, desafortunadamente, esa forma de conseguir la contribución “voluntaria” no siempre es la más correcta.
De este modo, el liderazgo auténtico aparece como aquel estilo de liderazgo capaz de obtener resultados que benefician al colectivo y sobrepasan las expectativas; generando emociones positivas entre los miembros del equipo y fomentando el desarrollo y el crecimiento de los individuos que forman el grupo.
Para conseguir que la motivación extrínseca se convierta en una motivación intrínseca que lleve a los seguidores a asumir las metas de la organización como propias, los líderes auténticos muestran un patrón comportamental que puede agruparse en cuatro dimensiones:

– Consciencia de sí mismo: Supone conocer las fortalezas, áreas de mejora, valores y motivaciones propios; buscando una retroalimentación sincera, por parte de los colaboradores, que debe servir para modificar el propio comportamiento e incrementar la efectividad.
– Procesamiento equilibrado de la información: Resulta imprescindible analizar objetivamente los datos y hechos para que las decisiones y percepciones no se vean sesgadas; debiendo buscar activamente información que confirme y que también ponga en duda el propio punto de vista.
– Perspectiva moral internalizada: Se refiere a los comportamientos sustentados por criterios morales y éticos frente a las posibles presiones grupales, sociales u organizacionales; por lo que resultan en acciones dirigidas a servir a los intereses colectivos de forma objetiva y justa.
– Transparencia en las relaciones: Basada en un trato sincero y honesto con los seguidores, a los que se permite expresar su propia opinión y con los que se comparte información para contribuir al desarrollo de cada uno de los miembros del grupo; mostrando, el líder, la capacidad de admitir los propios errores y de valorar los progresos y objetivos alcanzados por cada individuo.
Por tanto, los profesionales del área de Recursos Humanos no solamente deben ser capaces de identificar perfiles con este estilo de liderazgo para posiciones que así lo requieran; sino que deben llevar a cabo acciones de formación y desarrollo que permitan a las personas que ostentan el liderazgo de la institución, conseguir avanzar en la adquisición de estas dimensiones tan importantes.
Javier Alarcos Olivares (@jalarcoso)